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Yanina, de conejillo de indias a maestra



Tuve la oportunidad de conocer más a fondo a Yanina, la vecina conejillo de indias, quien desinteresadamente accedió a recibir el masaje decristalizante para que yo pudiera cumplir una tarea en el curso.

Inicialmente quiso resistir la timidez, pero con la espontaneidad y entrega de Yanina, sumada a la conexión de dinámicas y hechos del día, hizo que todo sucediera sincrónicamente y con un poder que no podía imaginar.

En una reflexión posterior al masaje, pensé en cómo somos sensibles al tacto, cómo abrimos y descubrimos canales en función de la atención y el propósito que coloques.


Otro pensamiento que se cruzó con esta experiencia fue: ¿de dónde se origina la vergüenza, de dónde viene tanta vergüenza? Solemos estar llenos de ellos en un doble sentido, ya que los tenemos y nos cansamos de tenerlos.

Mi pregunta es, ¿eres realmente una persona tímida o te han privado de quién eres al aprender a retraerse?

Al estar con una mujer cara a cara, el diálogo mental expande la acción de que ella es una mujer como tú, con riquezas y delicadezas, con coraje y desánimo, con dolor y amor. Entonces el ejercicio de verse en la piel del otro es interesante por la empatía que genera, por la unión entre mujeres que nos permite ganar fuerza, en una sociedad enseñada a dividirnos y fragmentarnos en lugar de acogernos como hermanas.

Yanina para mí, de hecho, fue una lección de vida. De conejillo de indias al masaje, se convirtió en una maestra en un sentido amplio, ya que juntos generamos esta fuerza trabajando barreras, ya sea a través de heridas emocionales u órganos saturados de recuerdos, o frente a nuestras propias limitaciones. Un aprendizaje y desacondicionamiento de las dificultades para permitir la entrega mutua. De lo contrario, nunca podría tocar su mundo de sensibilidad y ayudarla con el trabajo.

Fue tan hermoso e intenso que en cada etapa del masaje me sorprendió la magia que se produjo, al soltarme y descubrir de qué se trataba. Fue un despojo de prejuicios, paradigmas, entre muchas otras cosas, aprender absolutamente a ser "ser humano".

Dicen que “si el consejo fue bueno, no se dio, se vendió”, por lo tanto, le toca a cada uno vivir tal experiencia con su conejillo de indias o consultante. Sin embargo, lo cierto es que al igual que una prueba, tenemos todas las posibilidades a nuestro favor, negativas o positivas, todas son válidas, ya que es realmente importante moverse y crear espacios para aprender.

Invierte en diálogo y entrega sincera con tus consultantes, como seres humanos, no como pagadores de tu alquiler o comida. Conducir es siempre la conciencia, seamos mujeres concienzudas si queremos un mundo mejor. Seamos el cambio que nos gustaría ver en el mundo, tal como nos enseñó Gandhi.


Aline Nieri

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