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Un útero romántico



La primera vez que dibujé un útero no hace mucho fue hace un año.

Estaba pasando por la experiencia de la pandemia, de haber parado planes, aplazado deseos y la imposibilidad de regresar a mi país de origen por el cierre de fronteras. En definitiva, un conjunto de frustraciones que abrieron paso a un camino de sanación con la mujer.

Participé en la formación de un círculo de mujeres y allí tuve la oportunidad de dibujar un útero por primera vez en mi vida.

Antes de eso, mi conocimiento del útero se limitaba a las ecografías realizadas para el control del síndrome de ovario poliquístico (SOP) que solo veía el ginecólogo, es decir, aproximación cero.

Ahora la investigación era diferente, estaba investigando imágenes de útero para poder pintar uno.

Mi primer intento fue pintar con acuarelas. No me gustó el resultado, cuanto más intenté arreglarlo, peor se puso el diseño. Con este ejercicio traté de meditar sobre lo que negaba y bloqueaba para que no funcionara, qué había detrás de esta acción. Me di cuenta de que algo necesitaba ser liberado, control.

Me preguntaba por qué, ¿qué me pasa?

Tenía que dejar de intentar, seguir intentándolo de la misma manera y seguir odiando este lío. Me tomé el tiempo necesario, un respiro e hice otro intento de collage esta vez. Entre dibujo, esquejes y láminas de colores, comencé a identificar los colores que me gustaban, límites y potencialidades. Colores vivos, flores, plantas, conectando, abriendo y amando. Fue literalmente un dibujo de un corazón más ligero y cálido, pero todavía muy basado en el ideal romántico del útero.

Comparto esta historia porque en el curso de TMM tuvimos una nueva oportunidad de conocer y dibujar con el útero. Fue fantástico porque en ese momento pude observar el útero desde otra perspectiva, de una manera más orgánica que complementaba la imagen emocional e íntima que tenía del útero, dando espacio al florecimiento y una comprensión más profunda de lo que puede ser una mujer.

Con esta lupa colocada sobre nosotras mismas a través del conocimiento que nos penetra, estoy aprendiendo a mirar a la niña, mujer alquímica, creadora y linaje. Les doy la bienvenida, entablo diálogos con ellas y sé que tanto la niña como la mujer alquímica me acompañan. Sin embargo, siento presente la transición al nacimiento de la mujer creadora que se renueva liberando su útero, generando amplitud para la gestación de información.

Físicamente, a veces siento que me estoy preparando para quedar embarazada, porque camino con la barriga suelta, sin abdominales, el cuerpo curado y el útero contraído y reprimido. De hecho, este hecho proviene del deseo de tener un útero libre, feliz, sano y ligero en su armonía creativa. ¡Que los proyectos y los niños vengan al mundo!


Aline Neri

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