Sanado heridas
Por Maite Cedron, Argentina
Ya son casi 9 años desde que atravesé una de las peores pesadillas de mi vida. La violencia obstétrica que sufrimos Nehuen y yo aquel día que este bello ser decidió salir de este lado del mundo. Mayo es el mes de la visualización de la menstruación... que pasa cuando no menstruamos? Pues yo en aquel 2011 estaba embarazada, sumergida en la magia de la transformación de mi cuerpo y el crecimiento de ese ser en mi vientre. Mi útero se había convertido en cuna y yo era una casita rodante en gestación, magia pura que se convirtió en terror una vez atravesada la puerta del hospital. Habíamos hecho el trabajo de parto en casa, llegamos con 9 de dilatación, lista para pujar... más el ambiente violento, la soledad de mi ser frente a tanta oscuridad y esa inhumanidad que aveces atraviesa a algunas personas hicieron paralizar todo el parto. No voy a relatar la experiencia, solo transmitir que dejo una gran herida en mi, me habían arrebatado la fiesta del nacimiento. Transite muchos espacios, tiempos, meditaciones y experiencias hasta encontrar la punta del ovillo. Lo que se había manifestado era una herida portal que me posibilitaba zambullirme en lo más profundo de mi para sanarla. En el camino, sabiendo que son muchas las mujeres que van a ese hospital decidí patalear y denunciar en cuanto lugar hubiera lo que nos había sucedido. Hoy la realidad se ha modificado bastante. Una vez abierta esa puerta y abrazado todo el dolor, con el tiempo la herida dejó de supurar... la tristeza se fue para abrazar esa fiesta.

El mejor regalo que podemos hacernos es trascender e intentar transformar esa realidad. La punta del ovillo me llevó a ver más allá de todo para comprender que mi mujer creadora había revivido aquellos abusos y abandonos de su infancia y ahora estaba siendo invitada a sanarlo. Y pude sentir en una bella meditación la información que empezó a fluir. Allí me encontraba, sola, en medio de la naturaleza, desnuda, iluminada por la luz del fuego que ardía a mis espaldas. Era bien entrada la noche, me sentía poderosa, de cuclillas en la tierra recibí a Nehuen en mis brazos, lo alcé al cielo y se lo presente a mis hermanas que formaban un hermoso semicírculo atrás de fuego, cantando, danzando, sosteniendo en amor, dulzura, fuerza, respeto. Llore de gratitud, tembló cada parte de mi ser. Esta vez sí celebramos la fiesta del nacimiento en una hermosa red de hilos invisibles que se tejen en amor y confianza para dar nuevos pasos más livianas, más amadas, más sanadas conectando con lo profundo que habita en cada una de nosotras. Deseando que cada embarazo sea deseado y que cada nacimiento sea una fiesta me despido con un fuerte abrazo de amor.
Maite Cedron santa clara del mar 2236007455 Área de archivos adjuntos