Resignificando las experiencias vividas
Por Paulina Vásquez Quirola
Si el ser humano tiene alguna cualidad especial como especie, sin duda, es la capacidad de imaginar, de generar sentidos, asignarle valor a las experiencias, darle color a lo vivido y así transformar su mundo, en definitiva, dotarle de significados, aperturar nuevos universos de sentido.

Siempre tuve una imaginación muy vivaz y me recuerdo como una niña feliz, sin embargo, cuando cumplí doce años la relación con mi cuerpo se tornó compleja, nunca antes me había sentido incómoda en mi propia piel, comencé a experimentar los cambios en mi cuerpo sin comprender muy bien lo que sucedía, esta sensación se agudizó sobre todo a partir de mi primera menstruación, en mi caso fue una experiencia que llegó sin mucha preparación, ya que en mi familia no era un tema del que se hablaba en casa.
La información que obtuve fue en la escuela, la maestra algo nerviosa y con infografías que venían desde un proyector, mostraba lámina tras lámina las diapositivas de un cuerpo femenino representado biológicamente, rápidamente hablaba sobre el aparato reproductor femenino, los órganos sexuales de la mujer, la prevención del embarazo; esos fueron los temas que se presentaban a un auditorio silencioso, oscuro y lleno de adolescentes tímidas que no se atrevían a preguntar nada.
Así fui creciendo con las mujeres a mi alrededor, con mi hermana, primas, amigas y compañeras de colegio; de lo que recuerdo, nunca se habló de este tema entre nosotras, solamente en aquellas ocasiones en que era necesario ir a la tienda para comprar a escondidas un paquetito de toallas higiénicas desechables que te lo entregaban siempre en una fundita negra, todo se manejaba en absoluto sigilo, era un pacto implícito entre nosotras, pero también es un pacto social, incluso hasta hoy no es un tema de conversación.
Ya de adulta, comencé a amigarme con esa parte fundamental, a reconocer mi propio cuerpo, a revalorizar aquellos espacios, territorios, procesos vitales tan relegados, a darme cuenta de lo importante de la aceptación propia, a sanar en colectivo, en compañía de otras mujeres, así emprendí un camino que sospecho –felizmente-, será de largo aliento, aprendiendo de mi misma y compartiendo esos hallazgos con otras mujeres. Así nació el Proyecto Vientres Libres, como una oportunidad de compartir y ser útil a otras mujeres a través de materiales sobre educación sexual integral.
Para mí y supongo que para muchas otras nunca fue suficiente la explicación fría y técnica de la maestra sobre cómo funcionan los procesos vitales que atraviesan las mujeres, se asumía que las niñas debían estar conformes con esa visión, sin tomar en cuenta en lo absoluto lo que en ese momento sentíamos frente a estos cambios, cuantas preguntas sin respuesta, en este mundo adultocéntrico no se da importancia al punto de vista de las niñas y niños.
Cuanta educación hace falta para entender que el acompañamiento en temas de educación sexual integral necesita incorporar otras dimensiones, como la afectiva, la humana, ser más empáticos para lograr llegar con información valiosa, pero sobre todo acompañar de manera respetuosa a estos seres humanos para que su tránsito hacia otras etapas vitales sea empoderante y positiva en sus vidas.
De ahí que, resalto la importancia de la resignificación de las propias experiencias, de transformar esas vivencias para hacerlas edificantes, extraer lo mejor y poder aportar a los demás. Sueño con que cada mujer pueda compartir con las niñas desde una absoluta sororidad, respeto y empatía, que cada vez nos involucremos más en acompañar amorosamente a las niñas en este camino cíclico, serpenteante, pero a la vez asombroso que implica ser mujer en estos tiempos complejos en los que vivimos.
Fruto de ese sueño nació el cuento “Tribu de Mujeres”, un material de lectura que busca encontrar otros sentidos a las vivencias que atraviesan las niñas en su tránsito hacia la adolescencia. En donde el mundo onírico se conjuga con el mundo cotidiano y crean un ambiente cómplice y contenedor a través de la presencia de la abuela sabia, madre ancestral, arquetípica que acompaña a una niña a través de sus sueños en este proceso.
Invito a todas las mujeres, educadores, padres y madres de familia a formar parte de esta “tribu global” que tiene como objetivo único servir, ser un puente, un canal, ser escucha y aportar nuestro granito de arena para las nuevas generaciones, sembrar en positivo para empoderar a nuestras niñas en estos tiempos de cambio será nuestro mejor legado.
Paulina Vasquez Q.
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