MENSTRUAR EN LA CIUDAD
Por Celeste Condoleo, Argentina
Terapeuta Menstrual Certificada

Ilustración de Weronika Anna Marianna
Antes, en la fase del sangrado, nos retirábamos de la vida en sociedad. Nos reuníamos en la carpa roja y nos dedicábamos a menstruar. No hacíamos más que eso: respetar nuestro tiempo de muerte.
Imagino que acostadas en la tierra, sentíamos y veíamos la sangre correr hacia la matriz de nuestra madre tierra. Nos imagino cantando, quizás moviendo el cuerpo, ritualizando, entregándonos a los dioses y diosas, llorando nuestras angustias, compartiendo juntas el tiempo de retiro, de silencio e introspección.
Tengo tres hermanas y a veces sangramos las cuatro juntas. Una vez, de vacaciones con mis primas, menstruamos las siete al mismo tiempo. ¿Les pasa sincronizarse así con sus amigxs, hermanxs? Siento que en los tiempos de matriarcado eso sucedía muchísimo: respetábamos nuestros ritmos internos, conocíamos el profundo poder de nuestra sangre y estábamos en sincronía con la luna y con nuestras mujeres hermanas. La madre tierra nos recibía. Recibía nuestra sangre, y al mismo tiempo que nos limpiaba, se nutría.
La historia siguió, el patriarcado se instaló como sistema y nuestra sangre comenzó a ser tabú y a ser demonizada. Y la tierra dejó de sentirnos ciclo a ciclo, luna a luna… y la desconexión de nuestro poder fue total… y el dolor dejó de ser transformado… y nos negaron nuestra propia medicina.
Ahora, quizás vivas como yo, en la ciudad, donde la menstruación de ensueño regando los campos a veces no es posible. El ritmo de trabajo, los numerosos espacios por donde nos movemos, las distintas energías. Quizás te asalten las dudas y preguntas, como a mí: ¿Qué hago que no estoy sangrando en el medio del campo? ¿Cómo dejo morir mi ciclo en medio de tanto ruido? ¿Quiero crear una realidad donde pueda retirarme del mundo cada vez que quiera?
Creo que todas las preguntas son portales para encontrarnos con nosotrxs mismxs. Y desde ahí, elegir cómo queremos vivir y cómo queremos menstruar, crecer, ovular y menguar.
Cada vez que las preguntas pesan y que menstrúo queriendo sostener un ritmo antinatural, vuelvo al presente: ¿Cuál es la forma más amorosa en la que puedo menstruar hoy, aquí y ahora, en el medio de la ciudad? ¿Cómo puedo honrar mi menstruación y conectarme con la madre tierra en este momento y en este lugar? ¿Cómo recupero mi medicina?
Tal vez son masajitos con aceite de sesámo y lavanda o almohadilla de calor sobre el útero, mirar una vela, dormir sin nada que recoja la sangre (o sobre una toallita), escribir mi bitácora del ciclo menstrual, desconectar el celular, buscar aunque sea un pedacito de naturaleza, decir que no y poner límites sanos. Las posibilidades de acompañarte con amor en esta fase son infinitas y seguro descubrirás las propias luna a luna, ciclo a ciclo.
Tal vez la carpa roja de tu próximo sangrado sea acurrucada bajo sábanas rojas. Quién te dice, construímos un refugio en el medio de Corrientes y 9 de Julio. O nos encontramos en alguna montaña amiga.
Que el camino de la coherencia entre Útera y Corazón nos encuentre hermanadas.
Que el camino de la coherencia entre Útera y Corazón nos encuentre recuperando nuestra medicina y honrando la Madre Tierra.

Celeste Condoleo