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me amigue con mi menstruación


Por Laura Blanes


Cada vez que escribo, en algún momento, menciono que me amigué con mi menstruación. Desde la primera sufrí dolores terribles y, sumada la incomprensión de los médicos, en lo único que pensaba era en lo odioso de ser mujer. Claro que me avalaba toda una sociedad machista que en su discurso, publicidades y cultura manifestaba lo mismo. Obviamente era una cadena: odiaba el dolor, odiaba menstruar, odiaba ser mujer.

Ya conté en un post anterior los primeros pasos para amigarme: las toallitas de tela, el libro Luna Roja de Miranda Gray; pero el gran paso fue la Terapia Menstrual facilitada por Zulma Moreyra.

Creo que ya había pasado un año buscando el embarazo y notaba que había mucha información sobre embarazo consciente, parto consciente, fertilidad consciente, todo hermoso pero ¿y el antes? Y en ese preguntarme me llega la información que necesitaba: tres días de trabajo sobre la menstruación, sus fases, sus energías. Ni lo dudé.

Junto con mujeres increíbles formamos círculos, hablamos de qué nos llevaba allí, conversamos sobre nuestras experiencias y comenzamos un camino. Meditamos, cantamos y jugamos para sanar a nuestra niña interior; bailamos, soñamos y gozamos para sanar a nuestra mujer sexual; nos parimos para devenir en madres; honramos y nos comunicamos con nuestr@s ancestr@s.

Fue todo amoroso e intenso.

Los mensajes más importantes para mí:

como mujeres podemos conectarnos con lo más profundo, confiar y saber que la sanación está en nosotras.

nuestra naturaleza es cíclica y amorosa, no debemos luchar, no debemos ir a la batalla.

nuestra sangre es sagrada, por eso debemos ofrecerla en ritual, no es basura que debe tirarse. Debe ser devuelta a la Pachamama. Y así mi balcón dejó de ser un desierto y nació mi florido jardín. También puede sanar y cuidar, puedo lavarme con ella, puedo dibujar y ver en las figuras que forman las gotas oráculos, mensajes.

menstruar no es sinónimo de dolor. Puedo desear descansar, porque mi cuerpo se está limpiando y renaciendo, está bien hacerlo si lo deseo. pero no tiene por qué doler. El dolor no es natural.

ser madre no significa tener hijos. Primeramente porque los hijos son de fruto de la Vida, de la Tierra, no los "tengo", no son mi propiedad. Además, la mujer puede crear, gestar y parir lo que desee: bebés, ideas, proyectos, arte. Mi fertilidad radica en ser creativa y tener la capacidad de nutrir.

siempre debo recordar mis orígenes y mis ancestr@s porque son parte de mi ser.

Cada uno de estos puntos serán disparadores para seguir escribiendo. No creo que estas palabras terminen de describir el proceso que viví esos días. Por eso, cada vez que escriba algo sobre mi camino de sanación estaré siempre, aunque no lo mencione literalmente, remitiendo a aquellos intensos días de terapia menstrual.

¡Eternamente agradecida!



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