¿Empoderarse o apoderarse?
Por Gaby Barreto, para el Lunario de la Terapia Menstrual

Paula Bonet
En las épocas de cierres, de evaluación de lo que ha sido el año, reflexionando acerca de mi propio proceso me surge una pregunta trascendental… ¿qué es empoderarse realmente?
Empoderar es una palabra que recientemente ha sonado mucho. Según el diccionario Empoderar es aumentar la fortaleza (espiritual, política, social, etc.).
Y yo me pregunto, ¿corresponde esta definición al proceso que venimos transitando al despertar nuestra energía femenina sagrada?.
Yo creo que sí, pero que surge como resultado de un proceso más arduo y profundo, que es el de Apoderarse.
Porque si solo nos fortalecemos, nos endurecemos, nos hacemos resistentes; nos alejamos de la mayor experiencia de reencuentro con nuestro sagrado femenino, que es el reconocimiento y re significación de nuestra sensibilidad, de nuestra vulnerabilidad.
Recapitulando a lo largo de este año, me doy cuenta que empoderarse es un proceso que nos lleva a apropiarnos y aceptar tanto nuestros éxitos como nuestros fracasos.
En mi caso ha sido un proceso de integración.
En primer lugar, salirse de los patrones patriarcales que nos han dominado por tantos años, cuesta, duele mucho. El que muchas veces seas mirada por tu entorno como “rara”, la preocupación, que no entiendan nuestro cambio y muchas veces se sientan preocupados, temerosos u ofendidos es una prueba difícil de salvar.
Muchas veces nos vemos volviendo hacia lo conocido, ya sea por costumbre o por miedo al rechazo, consciente o inconscientemente. Pero no debemos sentirnos culpables, son patrones que están profundamente arraigados, debemos reconocerlo: vuelven y vuelven muchas veces.
Pero cuando realmente encontramos que superamos la barrera y estamos siendo nosotras mismas, esto nos produce una liberación tremenda. Para eso debemos apropiarnos y reconocer nuestras propias limitaciones y carencias y en cuanto podamos continuar cultivando nuestros nuevos valores recién descubiertos.
La incomprensión del entorno, muchas veces nos lleva a la soledad, y esa es la segunda prueba.
Dejar atrás la vieja piel, reconstruirnos y encontrar nuevos compañeros de camino que nos acompañen en nuestro proceso de transformación no es fácil tampoco.
Entonces muchas veces nos encontramos solas, con nosotras mismas y sin nadie que nos ayude o nos asista.
Una terapia como la nuestra, es un mapa de ruta, un camino que se abre, pero que en la intimidad cada una comienza a transitar a su manera.
Es un proceso particular e íntimo sí, pero que indefectiblemente nos lleva a todas a comenzar a relacionarnos con nuestro cuerpo, con nosotras mismas y dejar de mirar afuera para comenzar a mirar adentro.
Esta etapa aunque no lo parezca, para mí ha sido de las más difíciles de encarar: ¿me cuido? ¿me amo? ¿cómo soy madre de mi misma?.
Ahí comienza el arduo proceso de comenzar a amarnos, de cuidarnos, mimarnos; de reconocer nuestros errores y perdonarnos. De ponernos en primer lugar y dejar de buscar afuera lo que no tenemos adentro.
La Mujer empoderada se construye en primer lugar en relación a una misma, y no en relación al entorno o la sociedad.
No somos Mujeres cuando nos validan como tales desde afuera, sino al reconocernos nosotras mismas en nuestro propio poder, el de la creación.
Y desde ahí, para mí ha venido la tercera prueba o etapa en este viaje de transformación desde afuera hacia adentro: la experiencia de encontrar -literalmente- nuestro centro, encontrar nuestro eje. Ese ojo de la tormenta, que es el que nos guía y el que nos sostiene la mayoría de las veces al enfrentar nuestras pruebas.
Al reencontrar nuestra conexión con la Madre Tierra y el Padre Cielo y reconocernos como canal, como antena, es que hallamos “el norte” a seguir; simplemente adentro nuestro.
Llevando nuestra conciencia desde afuera hacia adentro, desde el entorno, desde los demás, hacia nuestro cuerpo, hacia nuestros procesos, nuestra tristeza o goce; y finalmente más adentro, hasta la conciencia de estar íntimamente unidas -cuando estamos centradas- con el cielo y la tierra, con la luna y el sol, con el universo todo.
Entonces… ¿cómo ha sido para Dhyan este proceso de empoderamiento?
Ha sido fruto de apoderarme, de integrar y hacerme cargo de mis propias gamas.
De apoderarme de mis éxitos tanto como de mis fracasos.
De habitar mi cuerpo, mis ciclos.
De apoderarme de mis emociones, de mi vulnerabilidad, sensibilidad y de mis propias carencias perdonándome profundamente por no ser perfecta; como de mi enojo, mi rabia, impotencia de no poder controlar lo que sucede en el exterior. Como también del amor profundo que está en mi corazón por todos y todas.
De apoderarme de mi capacidad de crear materialmente y de transformar mi realidad, alineándome con mi ser canal que es el que Sabe cómo es mi camino.
Empoderarse entonces, no es un camino fácil, no es una acumulación de fuerza mediante la cual no vamos a sufrir más los avatares de la vida. No es un lecho de rosas.
Es un proceso arduo, intenso, de apoderamiento, en el que muchas veces vamos a caer, pero esta caída la reconocemos como normal y parte de la naturaleza de la vida.
Y cada vez que nos levantamos y nos erguimos desde la verdad que sale de nuestro centro somos más poderosas.
Pero un poder que no exige, que ama, y un poder que comprende que para ganar y crecer en el juego de la vida, hay que estar dispuestas a perder.
Espero que mi reflexión sea útil para tu proceso. Y desde mi interior y dando lo mejor de mí, deseo que el año próximo sea para ti uno de realización plena.
Con mucho amor.
Dhyan
Facebook: Dhyan Terapeuta
Correo: gaby.dhyan@gmail.com
Montevideo – Uruguay