ANOCHE SOÑÉ CON UN “MONSTRUO”
Por Melisa Vargas
Anoche soñé con un monstruo, o mejor dicho con una monstrua; La muy peluda me tomaba por las piernas, me ataba las manos, me vendaba los ojos y ahí en medio de la oscuridad me dejaba escuchando el silencio y de cuando en vez sus pasos alrededor de mi cuerpo.
No sé si fueron minutos, horas, días, meses o años los que estuve ahí atada; lo que si sé, es que fue el tiempo perfecto para que en medio de esa oscuridad empezaran a aparecer figuras, colores, hasta quizá creo que alcance a percibir algunos aromas; todo empezó a tomar una forma distinta y la oscuridad poco a poco empezó a transformarse. Luego llegaron las palabras, una voz que venia del vacío me hablaba, al principio lo hizo de manera dulce y suave, pero poco a poco esa voz empezó a tener forma, tamaño, color y pelos!!! Era la monstrua que me había atado, ahora la podía ver entre mis oscuridades, la escuchaba, la sentía…
Una y otra vez repetía que él era mejor que yo, que ella era mejor que yo, me decía:
- No sabes hacer las cosas, no te quedan tan bien como a ella, él es mas seguro que tu. Me decía.
Iban y venían sus comparaciones y sus juicios; mientras yo escuchándolo, me sumía en el miedo y lo que es peor, sin darme cuenta le empecé a creer a esa peluda.
Fue en ese momento en el que le di crédito a sus palabras que la monstrua me quitó la venda de los ojos, me dio de beber y me dijo que prestara atención a la imágenes que iba a ver a continuación.
Como si fuera una pantalla de cine viejo, empecé a ver mi película proyectada y desde afuera, siendo espectadora pude ver esos momentos que últimamente me habían sumido en una infinita confusión.

Entonces aparece mi ex novio diciendo todo aquello que yo no quería escuchar, fue ahí cuando apareció mi amiga tomando una actitud odiosa, esa que me hizo doler el corazón; Apareció mi madre con los ojos llorosos mientras yo la señalaba con el dedo por que no me daba lo que yo quería. Y así la monstrua ponía una a una escenas de mi vida, mientras en con sus palabras me hacía creer que mi amiga, mi ex novio, mi madre, mi hermana, mi padre, mi jefa, eran personas que me hacían daño, que me hacían mal, que no estaban bien.
A medida que pasaban las imágenes y la monstrua recalcaba lo negativo, su voz me empezaba a sonar muy familiar; poco a poco me fui dando cuenta que entre ese pelaje oscuro y enredado había un rostro que yo conocía, era una mirada muy cercana, yo sabía quien estaba ahí. Fue entonces cuando todo quedó en silencio de nuevo, nuestras miradas se encontraron, ella me miró sabiendo que yo la había descubierto, ya no nos podíamos mentir mas. Esa monstrua que me ató, me gritó y me dejó en la oscuridad y el silencio, tenía mi cara, mi mirada, mi voz; esa monstrua era YO, era mi herida latiendo en carne viva, pidiendo ser vista y reconocida. Que bello momento fue ese, poder vernos a los ojos ya sin mentiras, darle paso al abrazo, sentir que éramos nuestra compañía. En ese instante recordé que soy yo mi amiga, mi padre, mi ex novio, soy mi jefa y mi hermana. En ese momento pude ver que esta monstrua, esta herida solo había llegado hasta mi para decirme “Hazte cargo, no jodas tanto; Deja de ponerlo todo afuera, mírate un poco mas a ti misma para que puedas florecer y reconocerme dentro tuyo, deja de hacerte cargo de lo que no te pertenece, de lo que no te toca”
Ahora agradezco a mi monstrua, por que tomó mis manos y mis pensamientos para poder sacar de mi y en estas palabras una voz de aliento. Cuando te sientas en conflicto no olvides que tu siempre siempre puedes hacer algo para cambiar tu día, tu mundo. No olvides que eres tu amiga, no te dejes sola, no escondas lo que te duele; Aprovecha esos dolores para ser, dar, crecer y florecer, aprovecha esos dolores para transformarte y volver a ti cada vez que te de la gana!
Con amor Melisa Vargas